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Homenaje y agradecimiento: un encuentro de lienzos y sentires universitarios

Autor
Miguel Ángel Hernández Alvarado*
evento

El pasado viernes 12 de abril, en el Centro de Formación y Profesionalización Docente de la UNAM (CFOP), se llevó a cabo el evento “Conversatorios con estudiantes y docentes. A cuatro años de la Pandemia: experiencias, expectativas y posibilidades de la Comunidad Universitaria”; en el cual participaron miembros de la comunidad universitaria de diversas dependencias y facultades en varias actividades a lo largo de la jornada.
La inauguración de este evento estuvo a cargo del Dr. Melchor Sánchez Mendiola, Coordinador de la recién creada Coordinación de Evaluación, Innovación y Desarrollos Educativos (CEIDE, antes CUAIEED), y la Mtra. Ana María del Pilar Martínez, Directora de Innovación Educativa, Desarrollo Curricular y Formación Docente de la CEIDE, quienes comentaron la importancia de construir espacios de reflexión y diálogo entre las y los integrantes de la comunidad universitaria. Ambos coincidieron en que la Universidad no detuvo sus actividades durante el confinamiento ocasionado por la pandemia por COVID-19, gracias al trabajo e impulso de las y los docentes, quienes participaron activamente en procesos formativos para integrar las tecnologías digitales a sus prácticas, sin dejar de lado las implicaciones que ello tuvo en el marco de la crisis sanitaria. De igual manera, se reconoció la resiliencia y esfuerzo de las actividades del estudiantado. Posteriormente, se realizó un homenaje de un minuto de silencio, para recordar y honrar las vidas de las y los universitarios que perdimos durante los difíciles tiempos de la pandemia.
En un segundo momento, tuvo lugar la presentación de una síntesis de hallazgos relevantes de los diversos estudios realizados por la CEIDE. Se presentaron las características de dos proyectos complementarios, uno de corte cuantitativo y el segundo de corte cualitativo, como parte del proyecto denominado “La Educación Remota de Emergencia y el retorno a la presencialidad en la UNAM”. Apoyada de una línea de tiempo, Maura Pompa, presentó los principales hallazgos encontrados en los diferentes levantamientos de datos de los estudios y que resultaron en diversas publicaciones. Por su parte, Miguel Ángel Hernández detalló la manera en que se desarrolló el estudio con perspectiva cualitativa que se llevó a cabo mediante grupos focales y que se ha socializado en dos informes y un texto-galería.
Posteriormente, se inauguró la exposición de imágenes y textos denominada, “Galerías de narrativas visuales: experiencias educativas de la UNAM durante la pandemia”. Dicha galería fue presentada por María de los Ángeles Gutiérrez quien mostró una selección de 20 piezas—16 de ellas en formato mediano y cuatro en formato grande—, las cuales plasmaban las experiencias educativas más significativas de algunos docentes y estudiantes que participaron en el estudio cualitativo utilizando diferentes técnicas: la utilización de fotografías propias, capturas de pantalla, elaboración de dibujos, empleo de imágenes de internet, collages, entre otras. Dentro de esta galería, se proyectó un video con fragmentos de las participaciones de docentes y estudiantes en los grupos focales. El montaje de esta exposición estuvo a cargo de la diseñadora Nayelli Vilchis.
Después de la apertura de la Galería, se realizaron dos mesas moderadas por Víctor Rendón y Mario Benavides. En ambas participaron docentes, estudiantes y especialistas. El primer conversatorio se tituló “Experiencias docentes durante la pandemia: lecciones aprendidas para el presente y futuro universitarios” y estuvo conformada por las estudiantes Rosalba Jiménez y Sandra Granados, la Mtra. Laura Chávez y el Mtro. Ricardo Guadarrama, así como la Dra. Irán Guerrero. En este espacio, la conversación giró en torno a la pregunta ¿cómo vemos a las y los docentes a cuatro años de la pandemia?, lecciones, necesidades y transformaciones. En la segunda mesa, “Aprender a la distancia: experiencias del estudiantado durante la pandemia”, participaron Carlos Castellanos y Arely Cruz como estudiantes universitarios, el Dr. Mario Rojas y la Mtra. Patricia Trejo como docentes, así como el especialista invitado, el Dr. Luis Mata. Todas y todos conversaron sobre las experiencias, expectativas. aprendizajes y cambios percibidos en las y los estudiantes universitarios.
En ambas mesas los comentarios, reflexiones, testimonios y cuestionamientos fueron diversos y enriquecedores. Los diferentes puntos de vista permitieron evocar la vivencia colectiva e individual de la emergencia sanitaria, la pertenencia a la UNAM como espacio de esperanza, así como tener presentes los desafíos que están presentes en que tanto docentes como estudiantes tienen un lugar de respuesta, acción y transformación. Las y los docentes que dialogaron en estas mesas, son también miembros activos de la Comunidad de Educación Basada en Evidencias (CEBE), quienes participaron activamente en diversos momentos de la investigación, tanto en los grupos focales como en la validación de los resultados cualitativos.
Al terminar las dos mesas de conversación y para cerrar el evento la Mtra. Ana María del Pilar Martínez y la Dra. Ruth Torres, responsable del CFOP, agradecieron la asistencia a las y los participantes al evento, y comentaron la necesidad de continuar trabajando de manera colectiva en beneficio de la UNAM. Este evento realizado por la CEIDE contribuyó a la generación de espacios para la reflexión de los principales actores educativos en relación con el presente y futuro de la educación universitaria. De estas experiencias y saberes, la UNAM se nutre para crecer y seguir siendo la Universidad de la Nación.
* Pedagogo, profesor de la Facultad de Filosofía y Letras, colaborador de la CEIDE en la Subdirección de Movilización del Conocimiento y miembro activo de la CEBE.

Capitalizar las inquietudes e intereses de estudiantes a través de la EBE

Autor
Nahely Ortiz Lira *
De la experiencia a la evidencia

La Coordinación de Universidad Abierta, Innovación Educativa y Educación a Distancia (CUAIEED) de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) tiene como misión experimentar y desarrollar soluciones informadas y basadas en evidencia, para generar mejores prácticas educativas universitarias, con fuerte sentido social, espíritu crítico y transformador. Dicha tarea es amplia y exitosamente abordada, entre otros frentes, a través de la formación de su planta docente y de la educación continua. Es en este marco en el que se inscribe el trabajo que realiza la Comunidad de Educación Basada en Evidencias (CEBE). Los cursos que ofrecen generan la oportunidad de conocer este campo del conocimiento y ponerle nombre y teoría a cosas que hacemos o que queremos hacer. 

Tras tomar los cursos y conocer qué es la Educación Basada en Evidencias (EBE) me permitió articular conocimientos con mi desempeño habitual, es decir, saber que aquello que conocemos, leemos, investigamos o nos interesa, basado en evidencia puede ser ampliamente utilizado en el quehacer docente, de manera tanto formal como informal, convirtiéndose así en una atractiva herramienta de trabajo. 

Estoy convencida de que es una herramienta que abre las oportunidades de quienes estamos en la docencia, independientemente de nuestra adscripción, es decir, no importa si somos profesores por asignatura o de carrera. En los cursos pude compartir ideas y experiencias con quienes de ellos participaron, dando así una riqueza disciplinar a la herramienta. El paso natural era implementar la EBE, con el fin de probarla y seguir adquiriendo conocimientos y habilidades. En esta oportunidad quiero compartir con la Comunidad mi experiencia usando la EBE en mi práctica docente. 

Me gustaría comenzar con la idea de que la EBE nos permite trasladar nuestros saberes en procesos–no necesariamente lineales–  para construirlos, deconstruirlos y apuntalarlos. Reconozco que además nos permite romper las barreras que existen o nosotros creamos entre la investigación –que podríamos ver como una actividad compleja y lejana– y la práctica docente, para así generar vínculos que permitan atender inquietudes e intereses que bien podrían ser propios o del estudiantado. Lo cual se materializa comúnmente en exposiciones, el desarrollo de casos, trabajos en equipo, evaluaciones parciales o finales, incluso –como el caso que aquí les comparto– en una tesina. 

Una estudiante, a quien llamaremos Sara[1], es una alumna del sistema escolarizado de la Facultad de Economía. En el plan de estudios vigente hay una serie de tres asignaturas denominadas “Trabajo para Examen Profesional” (TEP). En el TEP 1 las y los estudiantes conocen las diversas formas de titulación por las que pueden optar y trabajan, junto con su asesor o asesora, en el diseño de sus protocolos para tesis, tesina o el trabajo asociado a la opción que hayan elegido. 

Sara me solicitó asesorarla en estas tareas para definir tanto qué opción de titulación era la mejor para ella, como el tema que podríamos abordar. Para mí es una condición necesaria que al hacer el protocolo de la tesina, además de conocimientos técnicos, involucre el interés y las pasiones de mis estudiantes; luego de platicar sobre ello me comentó su situación personal:

en la niñez de Sara, su madre enfermó, y murió, por lo que ella quedó bajo la tutela de su abuela y sus tías y tíos maternos. Pasados algunos años, durante la pandemia, la familia decidió que Sara era quien debía acompañar, cuidar y atender a la abuela, como una actividad obligatoria y de tiempo completo. Durante la Preparatoria y la Universidad Sara veía como sus oportunidades se limitaban por su compromiso con la abuela, ello generaba una intuición, una duda que sería el centro y punto de arranque de nuestro trabajo.

Sara se preguntaba ¿cómo habría sido su desarrollo personal, académico y laboral si su familia no hubiera descargado su responsabilidad solo en ella? Ante el relato y el tema de interés de mi estudiante, yo me enfrentaba al reto de capitalizar esta experiencia de mi estudiante y canalizarla al campo de la economía, la respuesta surgió sola, sería a través de la EBE

La primera tarea fue buscar en los recursos informativos, por lo cual acudimos a diversos tesauros, bases de datos y repositorios. Haciendo uso de palabras clave, operadores booleanos y filtros, fuimos de manera incremental aproximándonos al área que nos interesaba, lo que nos permitió volver a refinar la búsqueda para llegar a artículos y capítulos de libros que nos dieron pista de otras fuentes para buscar con mucha mayor profundidad entre los temas de interés y, sobre todo, ubicar a las personas expertas en el área. Cada avance nos permitía tomar decisiones en torno a la definición de variables y los caminos a seguir, incluso en términos metodológicos. Y si escribo en plural es porque eso me dejó la propia experiencia, es decir, fue trabajo de Sara, pero yo decidí acompañar y guiarla para darle forma a sus intereses. ¿Cuántas veces hemos escuchado que “no había nada” o “no, nadie ha escrito sobre eso”? La EBE permitió abrir espacios para aprender de manera conjunta y tomar decisiones tanto para el caso como para mi práctica docente.

Si tuviera que hacer una evaluación de la experiencia, a manera de conclusión, podría decirles que hubo aciertos y dificultades. Los primeros se centraron en el compromiso y colaboración para aprender conjuntamente, rebasando las barreras existentes o auto impuestas, además de usar a la docencia como una herramienta colectiva de aprendizaje, lo que nos permitió consultar y utilizar diversas fuentes de información, para que lo que comenzó siendo un asunto personal terminara como un tema pertinente y actual dentro del área económica. Las dificultades fueron de tipo físicas (como el acceso a los recursos, desde contraseñas y permisos, hasta saber cómo conectarnos de manera remota); las propias de la toma de decisiones, en las cuales la EBE ayudó mucho porque iba marcando los posibles caminos a seguir; y las personales y emocionales cuando Sara creía que el tema podría ser irrelevante. La EBE nos mostró, y unió con, otras personas que hacen y se interesan por lo mismo. 

Lo que aprendí de esta experiencia fue que la capacitación continua es básica para romper las barreras técnicas y teóricas. Es clave, además, actualizarnos en torno a las tecnologías de información y comunicación, incluso en el mundo que nos abren las tecnologías disruptivas. Esto permitirá tender puentes para vincularnos y vincular a nuestros estudiantes con quienes se encuentran a la vanguardia de nuestros campos de conocimiento, manteniéndonos así en las prácticas académicas y docentes de alta calidad que caracterizan a la comunidad UNAM

* Profesora de las Facultades de Economía y Contaduría y Administración de la UNAM. Economista, Demógrafa y Candidata a Doctora en Políticas Públicas. Contacto: nahely@unam.mx

 

[1] Sara es un nombre ficticio para conservar el anonimato de mi estudiante.